Hace escasos días el mundo de la política y la chismología venezolana, que cada vez se mezclan más, fueron testigos del decomiso de 200 millones de bolívares, es decir, 66 años de salario mínimo, que la policía encontró en la camioneta del hermano de Lilian Tintori.
En realidad, decir que la camioneta es de “la Tintori” o de su hermano, es sólo una forma más de decir que Leopoldo López está conspirando contra el gobierno. Y no sé cuál es la sorpresa. La conspiración ha sido tan abierta que perdió su beneficio de “casa por cárcel” tras grabar un video en que arengaba a las masas opositores.

Por otra parte, Lilian Tintori tendría que explicar muchas cosas; por ejemplo, cómo obtuvo esa cantidad en efectivo. Los retiros de efectivo en Venezuela están limitados a cifras que oscilan entre Bs. 20 mil y 30 mil diarios en cajeros automáticos o en agencias. Tendría que pasar años sacando el dinero. En cambio dice que ese dinero era para el tratamiento médico de su abuelita.
Por otra parte, esas cajas son las mismas en las que llegó el dinero desde el exterior, sólo el Banco Central de Venezuela (BCV) y la banca privada han tenido acceso a ellas. Se ha abierto una investigación al Banco Occicdental de Descuento que al parecer facilitó el efectivo, y también a Lilian Tintori.
Pero lo que nos interesa de este tema no es el ámbito político sino el económico. Lo primero que le pasa a la gente que lee desde afuera de Venezuela es que les resulta incalculable la cifra. 200 millones de bolívares le dicen tanto a un extranjero, como le dicen a un venezolano 50 mil rublos. ¿Y cuánto es eso?
¿Cuánto son 200 millones de bolívares?
La economía venezolana es, básicamente, una correa de transmisión que convierte petróleo (90% de los ingresos del país por exportaciones) en otras mercancías. Un detalle que la mayoría de la gente no sabe es que el petróleo sólo puede comprarse en dólares.
Ese detalle explica por qué el euro, el yen, la libra esterlina o el emergente yuan no pueden sacarlo del reinado. Y es que las bolsas petroleras sólo operan en dólares. El presidente de Libia, Muhammar Gaddafi, propuso un mecanismo de comercialización petrolera independiente del dólar y ya sabemos cómo terminó ese asunto.
Si se revisa el marcador del Banco Central de Venezuela, encontraremos dos marcadores: un dólar equivalente a 10 bolívares, llamado Dipro, y otro que flota de acuerdo a la oferta y demanda en un sistema cerrado de subastas. Ese es el Dicom, que al 4 de septiembre cotiza,para las empresas, a 3 mil 250 bolívares; y para personas naturales, a 11 mil 401 bolívares.
Queda aún el marcador del dólar paralelo, Dólar Today, que al 4 de septiembre indica 18 mil 470 bolívares. De modo que 200 millones de bolívares, en dólares, puede representar cantidades muy distintas, a saber:
- Según el Dipro: 20 millones de dólares
- Según el Dicom (empresas): 61 mil 538 dólares
- Según el Dicom (personas naturales): 17 mil 542 dólares
- Según Dólar Today (paralelo): 10 mil 828 dólares
Al final, se ha planteado internacionalmente la equivalencia aproximada a 60 mil dólares. Pero claro, eso tampoco explica qué se puede hacer con esa cantidad de dinero en Venezuela. Y es allí donde viene al auxilio una infografía de Russia Today, que elaboró unas equivalencias y pone las cosas en perspectiva.

Llama mucho la atención que se afirme con naturalidad que 60 mil dólares son equivalentes a 66 años de salario mínimo y que nadie alce la ceja. ¿Significa que el salario de un año es de 900 dólares? Sí. Esa es aproximadamente la realidad.
El salario mínimo más bajo del continente
El salario mínimo de Venezuela es poco menos de 100 mil bolívares. Es evidente que esa cifra no equivale a 10 mil dólares (Dipro); de ser así no habría crisis económica ni política, y el flujo migratorio sería hacia adentro, y no de huída.

Si creemos en la equivalencia del Dicom, el salario mínimo estaría cerca de los 30 dólares, pero resulta que muchísimos productos se comercializan en la calle al precio del marcador paralelo Dolar Today. Los efectos en la economía familiar son devastadores.
Medido por su capacidad de compra, el salario mínimo es aún más bajo que el de Cuba, lo cual es sencillamente atroz, tomando en cuenta que Venezuela es el país con las mayores reservas de petróleo del planeta (mayores que las del resto del mundo en conjunto), y además ocupa los primeros lugares en gas natural, oro y otros recursos.

La situación económica venezolana no puede explicarse desde la economía pura. Es decir, no hay modelo económico que permita identificar las causas del problema. Y es porque los problemas son de órden político.
¿A dónde nos lleva un salario tan bajo?
El primer efecto de la depauperación del salario es el empobrecimiento, pero en un país bastante anárquico, con aproximadamente 4 armas de fuego por cada 10 habitantes, también se potencia la delincuencia y la criminalidad. Ya aparecen quienes estén dispuestos a comerse a los perros callejeros.
En ese sentido, estamos mucho peor que Cuba. En la isla no hay armas en la calle y el Estado garantiza la educación y el acceso a la alimentación, al menos para los más pequeños. No obstante, el turismo y la entrada de remesas en dólares que el pueblo puede disponer libremente alivian mucho la situación. Por cierto, con su bloqueo, Donald Trump repite en Venezuela la fórmula que fortaleció al gobierno de Fidel.

Otro efecto importante es la emigración. Los venezolanos estamos emigrando de manera importante y comenzamos a ser un dolor de cabeza en el vecindario. Ya Panamá, en donde los venezolanos alcanzamos al 5% de la población, se han endurecido las condiciones para recibir migrantes venezolanos. España y otros países hacen otro tanto.
En el Mercosur, Venezuela ha perdido sus privilegios tras ser suspendida; Perú ofrece “asilo político” a los venezolanos, y Colombia prepara campamentos de refugiados en sus provincias fronterizas, previendo una situación de desastre.
La emigración no es selectiva ni mucho menos. Sale gente de todos los niveles educativos y de todas las tendencias políticas -aunue luego no deseen aceptarlo-, así que no se trata propiamente de una fuga de cerebros, sino más bien de una desbandada general.
Un salario para que te vayas
Pero dentro del país sí hay una forma de fuga de cerebros: las empresas saben de la situación venezolana y contactan a profesionales para que realicen determinadas tareas, pagando en dólares, a precios muy por debajo de lo que deberían pagarle a un profesional equivalente en su país.
Por ejemplo, una empresa de desarrollo de software puede pagar 1500 dólares al mes a un empleado en su país, pero si contrata en negro a un venezolano, vía “free lance”, puede pagarle 300 dólares al mes, ahorrándose además lo atinente a seguridad social e impuestos.

Es un sistema de ganar – ganar. El venezolano cobrará así unos 10 salarios mínimos (inalcanzable en Venezuela) mientras que la empresa se ahorra un 80% del costo de ese salario. Pero también es un sistema perder – perder. Ese cerebro ya no trabaja para el desarrollo nacional, sino para el de una empresa afuera, y en ese otro país se genera desempleo dado que se llenan las plazas con “freelancers”.
Lo que está ocurriendo es que Venezuela se convierte en la fuente de mano de obra barata por excelencia en el continente, y quienes deseen escapar de esa situación sólo tienen que buscar la manera de salir del país. Pero cada vez hay más obstáculos en el camino, y esa es otra historia
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