Los pasaportes venezolanos próximos a vencer obtienen una prórroga de dos años mediante un decreto. ¿Qué hay detrás de esa medida?
Sacar el pasaporte en Venezuela ha sido históricamente una pesadilla. No se trata de un asunto nuevo, dado que ya en la etapa previa a la digitalización del proceso, era común que los aspirantes debieran pasar la noche frente a las oficinas de la antigua Dirección de Identificación y Extranjería (DIEX) para estar entre los primeros turnos.
El trámite se podía agilizar, claro está, si se pagaba a un gestor; es decir, a un parásito que vive de la ineficiencia del Estado y la aprovecha para su beneficio. Claro que éstos se ponen de acuerdo con los funcionarios para hacer aún más difícil todo el proceso, generando un atraso artificial que sólo el gestor puede resolver.

Por suerte, el pasaporte tenía una vigencia de 10 años y la pesadilla ocurría con poca frecuencia.
La sustitución de la antigua Diex por la Oficina Nacional de Identificación y Extranjería (Onidex) no resolvió el problema y, para los que no lograban ser gestores, era un buen negocio tener banquitos apilables para alquilar a los ciudadanos que hacían inmensas filas en la entrada de sus oficinas.
Luego se creó el Servicio Administrativo de Identificación, Migración y Extranjería (Saime) y la cosa siguió igualita.
La digitalización de los pasaportes
La entrada en vigor del control cambiario en 2003 propició una situación de sobrevaluación del bolívar que abarató los viajes al exterior. Mucha gente viajó a precios muy bajos, pero esa ola pasaba por un requisito: se necesitaban muchos más pasaportes que antes. De hecho, la solicitud de pasaportes se masificó.
En esa etapa mucha gente solicitó pasaportes “por si acaso” y tras el lapso para su expedición, éstos se quedaron en las oficinas y la mayor parte se venció sin que fuesen recogidos nunca. Pero igual, el problema de las colas y los gestores permanecía intacto. Además, ahora la validez del documento era sólo de 5 años.

Para 2007 se dio un paso hacia la solución del problema al aparecer el pasaporte electrónico; las citas se pedían por Internet, pero ahora era técnicamente imposible lograrla. Se expedían a partir de las 9 de la mañana, pero a las 9:01 ya se habían agotado. Había un bloqueo sobre la página y los gestores se trasladaron al área informática.
Más allá de las irregularidades vinculadas a la modernización del sistema y la impresión del documento, apareció una mafia que cambió de forma; los gestores operaban electrónicamente y tenían acceso al sistema de manera paralela. El sistema publicado en la página web era falso y sólo el paralelo funcionaba; por eso nadie lograba la cita sin acudir al consabido gestor.
Pasaportes fáciles para todos
En 2009 entró el geógrafo Dante Rivas al Saime y éste resolvió de raíz el problema: se restituyó el servicio de citas y durante al menos cuatro años sacar un pasaporte fue, por primera vez en Venezuela, un proceso normal, en el que se cumplían los lapsos previstos y la institución tenía la atención de avisar que el documento había llegado a la oficina.
Tras lograr que el Saime funcionase correctamente, Rivas pasó en 2012 a dirigir el Instituto Nacional de Tránsito Terrestre, otro espacio dominado por la práctica del chanchullo; pero ese es otro tema.

En 2015 empezó de nuevo el problema de las citas, no sabemos cómo. Nadie puede explicar por qué un sistema que funcionaba correctamente de pronto dejó de hacerlo. Pero la excusa fue que no había material y que el gobierno no lo estaba importando.
Al mismo tiempo, se anunciaba el Carnet de la Patria, documento que hasta hace una semana era absolutamente inútil y para el cual se requería un material similar al de la cédula electrónica anunciada ya dos veces y que sigue pendiente.
Reaparecieron los gestores y el precio del “favor” aumentó de manera bestial en la medida en que más y más gente procura salir de Venezuela, ahora no de vacaciones, sino como emigrantes.
La estatización de la mafia
En febrero de 2017 ya pedían Bs. 500 mil por sacar un pasaporte, con un salario mínimo de Bs. 11 mil 577, y el gobierno actuó para, aparentemente, acabar con el problema.
Por una parte, Hugo Cabezas, sucesor de Dante Rivas al frente del organismo, anunció que había apresado a gestores y funcionarios corruptos, y por otra, creó la modalidad de pasaporte “express”, y acaparó para sí mismo la gestoría del documento.
Ciertamente desaparecieron los gestores. Pero también se hizo evidente que el Saime sí tenía el material necesario y que tanto habían negado; lo tenían escondido, retenido. El mismo Dante Rivas criticó la ineficiencia de la gestión de Cabezas.

Por su parte, el mecanismo funcionaba perfectamente, sólo había que pagar 122 mil bolívares, que en aquel momento era equivalente a 3 meses de salario mínimo. Inalcanzable para cualquier familia de clase media, especialmente si había dos o más hijos. Una familia típica de cuatro personas requería un año entero de salarios mínimos sólo para obtener sus pasaportes.
No obstante, siempre hay quien tenga el dinero. Inmediatamente se hizo difícil el acceso a la página web, hubo congestión, y pronto se empezaron a entregar pasaportes express.
Pero… ¿y entonces los regulares, cuándo se iban a entregar? La respuesta era obvia: cuando sobrara material del que se usa para los express; o sea, nunca. Y efectivamente, conozco casos de gente que llevaba 10 meses esperando y que, al pagar el arancel express, recibió el pasaporte en 4 días hábiles.
Seis meses más tarde, en agosto, ya el salario mínimo se ha multiplicado por 7, alcanzando 325 mil bolívares, o sea que ahora el pasaporte express cuesta menos de 10 días de salario y, como es de esperarse, la página web del Saime se ha congestionado de nuevo. La página falla y hay que sentarse a “cazar” el momento en que se puede realizar el trámite.

Esta vez no hay gestores que ayuden. Hay que reconocer que se ha democratizado el sistema. La ineficiencia es igual para todos, pero pagando. Ya no importa si tienes dinero o no, sacar el pasaporte es una lotería.
Pasaportes con tiempo extra
Hace escasos días, el gobierno venezolano decretó la prórroga durante dos años de todos los pasaportes que estén próximos a vencerse. La medida es un alivio para mucha gente que está intentando obtener un nuevo documento, dado que ya no lo requerirá.
En medio de la crisis económica más profunda que haya vivido el país en tiempos de paz, la cantidad de personas que considera emigrar de Venezuela es cada vez mayor. En la oficina de migraciones de Argentina, uno de los destinos más comunes, de cada 12 nuevas solicitudes de residencia 7 corresponden a un venezolano.

Teniendo todo eso en cuenta, nuestra inquieta máquina de pensar no puede dejar de preguntarse: ¿cuántas solicitudes de pasaportes estarán recibiendo en el Saime como para que hayan decidido tomarse dos años de tregua?
Por supuesto, ese es un dato que no se publicará. La medida permitirá un lapso largo de descanso al Saime, que ahora atenderá sólo los casos de quienes solicitan pasaporte por primera vez. De otra manera, el acumulado crecerá aún más hasta tener dimensiones realmente inmanejables.
Mientras que hace una década el número de solicitudes de pasaportes era una señal de bonanza económica, hoy es obvio que se trata de uno de los síntomas más claros de que mucha gente se quiere ir del país.
La medida de ofrecerle un tiempo de descuento a los pasaportes es un eficaz remedio para el síntoma, pero como es sabido, lo mejor que puede ocurrir con un remedio, es no estar enfermo; no necesitarlo.
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